In every breathe you hear a symphony♥Dav+18(privado)

Había pasado hasta tarde arreglando cosas con Jared vía correo electrónico, el muy puto sabia que yo no dejo cabo suelto y por mucho que le pese, debe estar despierto para recibirlos o le tendré al teléfono cortándole muy amablemente el sueño. Nótese la ironía, pero cuando es tema de trabajo, así me quede sin dormir dos días, no le dejaré dormir hasta terminarlo. Finalmente, terminé cerca de las cuatro, me cercioré de que mi hijo estuviese tranquilo, en su cuna. De hecho, le cambié el pañal antes de dormir, así que para cuando despertaron él y Ney, ya estaba yo profundamente dormida y ajena de cuanto pasaba a mi alrededor, así sea nuestro niño besandome el hombro y tirandome el pelo.

Sin embargo, desperté unas cuantas horas después, encontrandome el desayuno junto a la cama, lo cual me arranca una sonrisa al ver que también me ha dejado una rosa. Esto solía ser al revés, creo que tendré que espabilar más. Comí tranquila en la cama, pensativa sobre lo que debía hacer el día de hoy, llamando a mi suegra para saber como estaba el pequeño Vent y hablar con él por teléfono mientras me decia cosas como "oñosa, chadaaaa", queriendome contar algo que no entendi demasiado, sólo que le habían regalado más juguetes con los que entretenerse. Si seguíamos así, terminaríamos malcriandole demasiado.

Di el último trago del jugo de naranja y busqué una liga para atarme el pelo de cualquier manera, así dejaba de fastidiarme cayendo por todos lados desde mi cabeza, deteniendome inmediatamente después de eso, frente al espejo donde me miraba al peinarme desprolijamente. Recordando lo que solía ser hace años atrás, dificil era creer que ahora esta mujer que me devuelve la mirada soy yo. Es decir, claro que soy yo, puedo tocarme, saber que esos senos y ese vientre plano me pertenecen, pero es increíble que este resultado sea producto de varias operaciones estéticas, que no quede ya ni rastro de ese cuerpo varonil que alguna vez tuve. Mi mano bajó lentamente a la pelvis, donde antes solía haber cierto bulto, pero ahora era también plano, puesto que eso tampoco estaba ya más. Soy una mujer en todo sentido de la palabra.

No es algo que lamente, de hecho, me siento bien así, soy feliz y tengo todo lo que siempre quise: una esposa con un caracter y temple envidiable, un hijo adorable y una familia a la que he protegido a costa de mi propio sacrificio. ¿Que era mejor, un cambio de sexo o morir? A mi parecer, prefiero ser una chica sexy que un cadaver putrefacto. Respiré hondo y sonreí, un nuevo día venia por delante y yo no voy a estar tirada en una cama pensando en que podría ser y no fue. No, las cosas son como son y yo soy como soy ahora, no hay vuelta atrás y mi mujer me merece con mi mejor sonrisa.

Emprendí  la marcha, duchándome, realizando los ejercicios encomendados por el médico para mi completa recuperación, vistiéndome ya como mi esposa me ha enseñado para combinar las prendas, optando por unos shorts y una camisa con sandalias para andar fresca en este dia caluroso. Salí a por algunas compras, completando la alacena para que a nadie le sonara la barriga por falta de comida y limpié algo del desastre de mi hijo, reuniéndome brevemente con Jared en la casa-. Vete a la mierda, pedazo de memo -le maldije rodando los ojos porque es un idiota cuando menciona que lo que necesitaremos yo podría obtenerlo más fácil con mi cuerpo ahora mismo-. Ni que fuera puta -mascullo, empujándole por la puerta, justo cuando el móvil comienza a sonar.

Atendí con una amplia sonrisa en los labios, escuchándole hablar con cierto deje divertido porque no cambiaría jamás. Desde que Vent naciera, Ney no había podido separarse de él más que unas pocas horas. Y yo tampoco, vamos, pero me hago la fuerte para luego apachurrarlo a mimos y consentirlo hasta que me pida detenerme por cargosa-. Se fueron antes que me despertara, pero le llamé y me contó que las abuelas le tienen todo consentido con muchos juguetes y algo sobre una "oñosa" que no entendi mucho -le comento apartándome el pelo de la cara con una mano-. Es bueno que trabajes, mi vida, ademas es algo que extrañabas... Necesitas tiempo para ti tambien -le recuerdo, acomodando algunas cosas, como lo que seria guardar mi laptop a resguardo mientras hablamos.

- Es una coincidencia, porque me llamas justo que me desocupaba y pensaba llamarte, quiero tenerte aquí ya y abusar un poco de mi suegra que es tan adorable cuidando a nuestro hijo para pasar el tiempo contigo -le digo, insinuando más de una cosa allí, deteniéndome de morderme las uñas a tiempo porque ayer Nereya me ha puesto un esmalte que de solo querer quitarme el de color de abajo, me provoca una amargura insoportable en la lengua. Terca si, pero masoquista, de momento no-. ¿Que dices? Quiero acapararte para mi hasta mañana -reclamo con un tono ligeramente caprichoso.

Sabía perfectamente que mi esposa prefiere dejarme dormir muchas veces porque ella es fiel conocedora de mis actividades en las madrugadas, de que aún fuera de la agencia no puedo evitar involucrarme en hechos de investigación así sea de manera privada y que aún teniendo otras ofertas de trabajo, no he sido capaz de aceptarlas. Así que no me extrañaba lo que me decía, sino que me hacia sonreir de lado-. Estaba en paz porque de otro modo no podría estar si descanso junto a mi mujer -le respondo con el tinte cariñoso tiñendo mi voz, tirando distraidamente de la blusa al sentir que se me ha levantado un poco.

Distraidamente pasé los dedos por mi escote, mientras le oigo hablar y contarme la aventura mañanera de nuestro pequeño Gio, cruzando las piernas estiradas mientras mantengo la espalda contra la pared, riéndome ante su acusación-. Oye, nuestros celos son bien fundados, no cualquier idiota puede osar acapararte más que yo y no cualquier animal o criatura tierna puede obtener más atención de ti que Gio y hemos dicho -replico con toda la dignidad, moviéndome por la sala hasta tirarme en el sofá, boca arriba, observando el techo-. Pero me da orgullo que defienda lo suyo de esa gata, aún cuando a veces esté ansioso de verla aparecer para jugar con ella -río.

- No estuve toda la tarde acaparada por él, también hice la compra, pero no me importara compensarte de ese modo que tu y yo conocemos tan bien... -sugiero con un tono bastante acorde y provocante, tal como ella me ha enseñado a desempeñarme tiempo atrás. Y es que, aunque yo hubiese sido hombre y luciera como mujer durante un buen tiempo, para luego terminar oficializándolo al perder mi última y más importante parte viril, no puedo dejar de pensar que aún así lo que más valor tiene es vivir. Vivir y compartir mi vida con la mujer que amo y nuestro hijo, porque ¿qué importaba si terminaba siendo un hombre encerrado en un cuerpo de mujer? Podría adaptarme a ello, puedo hacerlo y lo seguiré haciendo.

A tal punto que hemos llegado hasta a compartirnos la ropa y no nos importa, o no peleamos falsamente por ella para terminar agarrándonos a besos en cualquier rincón de la casa mientras el niño se distrae con alguna cosa o duerme. Y adaptarme a esta nueva forma de amarnos, de conocernos físicamente, no es tan fácil, pero no por ello menos placentera. Lo que sí extrañaría es la forma en que se sentía unirnos, pero aún así estoy con ansias de tener el alta médica para que ya podamos ser libres la una con la otra en todo el sentido de la palabra.

- Dejame pensar... -ladeé la cabeza, colocando mi mano libre sobre mi plano vientre mientras hacía un poco el tonto-. ¿Que tal una cena romantica en algún caro restaurante o tu sitio de preferencia... Y luego una buena noche a solas las dos? -le propongo, esperando que ella diga que sí-. Eso puede ser con un paseo en la noche, o irnos a un hotel, o regresar a casa si gustas -añado con picardía, sintiendo la expectativa crearse en mí, algo inquieta pues ya he tomado el mando de la tv para jugar con éste entre mis dedos-. ¿Qué haces en la galería? Hace mucho no me cuentas nada -inquiero mientras le doy tiempo a pensarlo.